Segundo capítulo del peor serial ganadero. Después de la mansada de el Cortijillo este viernes hubo que tragarse una corrida en estado de putrefacción de Montalvo. Los muchos kilos y las abundantes defensas no eran más que la tapadera de una corrida podrida por dentro, de una invalidez insoportable y que, toro a toro, debió volver a los corrales.
Por una irónica paradoja la corrida comenzó con un minuto de silencio por la muerte del ganadero Cebada Gago, uno que criaba toros fuertes y encastados. Por desgracia dicho homenaje a su memoria fue el prolegómeno del desfile de toros tullidos de otro ganadero con nombre histórico pero que ayer sepultó su prestigio. Decir Montalvo en Salamanca era casi reverenciable. A cualquiera que ayer haya asistido al desfile de toros por los sjuelos ese nombre le sonará a timo y a escándalo.
La gente se tuvo que resignar, así como los tres espadas. Menos mal que Uceda Leal ejecutó una estocada enorme a su primero para que, al menos, ese público pudiera recordar algo serio en una tarde de bochorno ambiental y de bochorno taurino. El propio Uceda intentó un toreo a media altura para evitar lo inevitable pues su lote no se tenía en pié. A David Mora sus dos toros le duraron cinco muletazos cada uno antes de derrumbarse o de rajarse, como el quinto. Se empleó con gusto en el capote en ambos toros y los lances al primero tuvieron primor. En su segundo era como ejecutar capotazos a uno que pasaba por ahi ya que el toro no tenía ninguna fijeza.
Y el jóven Esaú fernández confirmó su alternativa con la tristeza de ver como sus dos toros hundían su ilusión.
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